miércoles, 29 de mayo de 2013

Capítulo segundo: El orígen




Un año antes…
No podía dormir, llevaba más de una hora revoloteando de lado a lado pero no había manera, así que dejé a Ana en la cama y bajé al salón. Pensé que igual una copa de vino y la programación de madrugada me ayudaban a conciliar el sueño. Abrí la nevera y me serví un vaso de vino blanco, me senté en el sofá y encendí el televisor. Una simple noticia a las tantas de la mañana a mediados de Julio, así empezó todo…
Me desperté cuando Ana levantó las persianas. Mi plan había surtido efecto, había conseguido quedarme dormido, el único inconveniente era que el sofá iba a pasarme factura tarde o temprano. Ya empezaba a notar los músculos del cuello agarrotados y sabia que la tortícolis no tardaría en aparecer. El aroma de comida caliente me indicaba que ya era mediodía, así que me incorporé y fui hasta la cocina. La mesa estaba servida en el jardín y el viento hacia que los platos decorativos de la pared se movieran provocando un agradable tintineo. Ana apareció por detrás con una jarra de agua fría. Tenía la morena cabellera medio enmarañada y sus ojos azul oscuro como el océano me miraban penetrantemente.
-¡Ya era hora de que te despertaras, son más de las dos de la tarde!
-Lo sé, es que anoche no podía dormir y decidí ver un rato la tele.
-Lo he imaginado al verte desparramado en el sofá. La comida está lista, empecemos a comer o se enfriará.
Unos deliciosos macarrones gratinados me estaban esperando ya servidos en el plato. Si algo sabia hacer Ana, era cocinar. Me senté en la mesa impaciente y devoré el plato de macarrones mientras ella me sugería sin éxito que comiera más despacio. Acabamos de comer o en mi caso de engullir, recogimos la cocina y nos sentamos a ver la tele un rato huyendo del calor abrasador de la tarde. De nuevo la dichosa noticia…
-“…Las autoridades aseguran que los dos pilotos se encuentran fuera de peligro y que todo volverá a la normalidad en los próximos días…”-Explicaba Matías Prats en el informativo.
-¿Que ha pasado? – Me preguntó Ana expectante.
-Nada, lo de siempre, tragedias y más tragedias… se ha estrellado un avión militar cerca de Las Vegas. Había salido de una base militar próxima y a los pocos minutos tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia, por lo visto no les salió muy bien. Están en coma pero parece que saldrán de ésta, por lo que dicen. –Le expliqué.
Seguimos viendo el telenoticias, que ya solo informaba con noticias de relleno y después, un horrible peliculón acerca de de una mujer que había perdido a su hijo en extrañas circunstancias y que Ana insistió en ver. Cansado de la programación del sábado tarde, propuse a Ana ir a pasear a algún centro comercial en busca de gangas o de una buena película en el cine. Ella accedió inmediatamente, así que nos cambiamos y fuimos a Gran vía 2. En realidad el centro comercial nos quedaba bastante lejos, pero dado que los padres de Ana vivían por aquella zona, pensé en hacerles una inesperada visita después del paseo. La idea también agradó a Ana pues hacia algunas semanas que no se veían. Después de un par de horas haciendo la compra de la semana y de algunas chorradas que ni siquiera necesitábamos, nos dirigimos a casa de sus padres. Estuvimos un rato y nos quedamos a cenar, hasta que, casi a la medianoche decidimos marcharnos de vuelta a nuestra casa en Alella.
Tuvieron que pasar un par de días hasta que la noticia del avión estrellado en Las Vegas saltara de nuevo a los medios de comunicación, aunque esta vez, el suceso se tornó más extraño. Un video aficionado que visitaba a unos parientes en el hospital, había cedido una grabación a los medios realizada con la cámara de su móvil. En las primeras imágenes se podía apreciar como dos varones jóvenes, que al parecer habían sido identificados como los dos pilotos del avión siniestrado, deambulaban medio desnudos por los pasillos del hospital atacando al personal médico y a los pacientes que encontraban a su paso. Aunque la resolución de la cámara dejaba bastante que desear, se podía observar claramente como los dos hombres se abalanzaban sobre sus víctimas y les asestaban mordiscos indiscriminadamente. La segunda parte de la grabación había sido tomada minutos después. En ella se apreciaba a varios soldados americanos ataviados con fusiles automáticos y trajes bacteriológicos llevándose esposados y amordazados a los dos pilotos.
La escalofriante grabación no tardó en dar la vuelta al mundo, y durante algunos días, fue actualidad en la mayoría de periódicos y noticiarios. Pero en un mundo plagado de tragedias y desastres naturales, el fenómeno de los dos pilotos caníbales, como se les había apodado, quedo relegado a un segundo plano en poco tiempo. Al parecer el ejército americano se había encargado de clasificar toda información del suceso y ningún periodista había conseguido dar con el paradero de los dos pilotos o de sus familiares. El único dato cierto que se conocía hasta la fecha era que los dos individuos habían despegado de la base aérea de Nellis, emplazada en el área 51, más conocida por ser el centro de mitos y conspiraciones sobre alienígenas desde los 60´ con destino desconocido. Nunca más se supo nada de los dos pilotos caníbales y la noticia desapareció al fin. La vida continuó su atareado curso, hasta que, más o menos a principios de Agosto, se dieron los primeros casos de contagios.
Al principio los casos fueron aislados y poco numerosos. Por aquellas fechas el director para la seguridad sanitaria de la OMS Fukuda Keiji, ya había alertado de un nuevo virus del que no se tenía constancia hasta la fecha. Al parecer, los individuos infectados con el virus, eran altamente contagiosos y agresivos. Según el informe presentado por la OMS, el virus se contagiaba por cualquier tipo de fluido corporal. Pero por aquellos entonces nadie hacia caso ya de esas cosas. Todos teníamos muy presente aún lo acontecido unos años antes con la gripe A. La OMS también informó entonces de la cepa del H1N1. El pánico entre la población cundió y una vez encontrada la vacuna, los gobiernos gastaron ingentes cantidades de dinero en crear miles de millones de viales, que después quedaron abandonados a sus suerte en Dios sabe dónde. Y eso sin contar con el mal de las vacas locas, la gripe aviar, la gripe porcina, y un largo etcétera de infecciones que habían ocupado también las portadas anteriormente. La gente estaba inmunizada, sí, pero contra las noticias sensacionalistas que no paraban de aparecer cada día para hacer cundir el pánico en nuestras ya de por si complicadas vidas.

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